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comunicaciÓn sexual

En la Era de los Medios de Comunicación de Masas, la comunicación humana, de persona a persona, es insuficiente, equívoca y deficiente.

Tenemos a nuestro alcance prensa, radio, televisión, videos interactivos, ordenadores parlantes. La alta tecnología nos permite hablar con cualquier punto del planeta con teléfono móvil-satélite. Las grandes distancias se han acortado.

Lo más moderno es declarar nuestro amor en televisión, quejarse de un abandono sentimental o desvelar un secreto sexual (generalmente aburrido) ante millones de espectadores, que nunca se sabe si están “expectando” en ese momento. Del mismo modo, podemos visionar debates, tertulias, mesas redondas, donde algunas personas simulan hablar entre ellas, y casi con nosotros. Vemos los partidos de fútbol y nos sentimos deportistas, vemos películas de artes marciales y nos creemos grandes luchadores, vemos cómo hablan otros en televisión y nos convencemos de que la comunicación es posible, fácil y cotidiana. La verdad es que todo lo hacen ellos, los que “salen” en televisión; los demás, en realidad, sólo miramos.

En prensa nos hemos tenido que inventar el Consultorio por correo para que los más tímidos (o atrevidos, según se mire), se decidan a preguntar sus dudas o a exponer sus experiencias, en un intento de establecer contacto, comunicación. Siempre resguardados tras las siglas, haciéndonos públicos desde el más puro anonimato.

Los equívocos títulos de ciertas películas con protagonistas famosos, los libros con portadas atrevidas (luego el tema no se corresponde), los programas de amor y sexo en televisión, los artículos en prensa (no hay diario o revista que se precie que no tenga su sección sexológica), los congresos, conferencias y foros de opinión, harían pensar a cualquier “extranjero” que los humanos se comunican mucho y bien sexualmente. Paradójicamente, las consultas de psiquiatras, psicólogos y orientadores familiares cada vez atienden a más personas con problemas de comunicación. Esas mismas personas que hablan continuamente por teléfono desde el coche, el restaurante, la oficina, apenas hilvanan cuatro palabras seguidas con su pareja, sus padres o los amigos de siempre (que muy pronto dejarán de serlo).

¿Sabe usted qué es lo que más le gusta a su pareja en las relaciones sexuales? ¿Sabe con qué frecuencia le apetece y por qué? ¿A qué se deben sus excusas? ¿Conoce las fantasías sexuales de su pareja? ¿Sabe con qué frecuencia se masturba? ¿Y lo que piensa para excitarse? ¿Es capaz de percibir claramente si de verdad quiere hacerlo o si le está haciendo un favor? ¿Sabe reconquistar a su pareja si la relación se está enfriando? ¿Sabe cómo piensa en relación a la fidelidad, adulterio, divorcio? ¿Hablan del presente? ¿Y del futuro?

La comunicación abierta y sincera facilita la relación, la enriquece y nos hace vivir más conscientemente. Si no sabemos comunicarnos, en vez de quejarnos, para variar, podemos decidirnos a aprender.

 

Por Juan Antonio Rubio Sánchez

de su libro " De Amor y Sexo" (14 €)

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